Ibiza cap.I

Capitulo I

Me fuí, más deprimida que contenta. Más desesperada qué valiente. Saqué fuerzas de la necesidad de quitarme de encima la presión de tener qué hacerme adulta. Una adulta rebelde. Niña rebelde. Tenía 16 años.

Constantemente me sentía ahogada en la soledad de mi mente.

Así empezamos a hablar mi mente y yo.

Mi maravilloso mundo de palabras.

Palabras liberadoras.

Sensaciones maravillosas.

Todos mis sentidos estaban despertando.

Mi cuerpo y yo bailábamos al ritmo de mi corazón.

Mis sueños eran una inspiración para la noche siguiente, para el siguiente sueño.

Pero después del sueño todo se rompia. Despertar. Volver a los sentidos más inferiores. Volver al mundo ruidoso y en blanco y negro del estado menos placentero.

La apatía.

Apatía por la vida.

Apatía.

Mi sonrisa, se borraba al abrir los ojos. Ir a la cocina y oír a mi madre meterme bulla para desayunar. Peinarme. Vestirme. Hacer la cama. Y llevarme algún tortazo para acompañar el tazón de leche.

Sus quejas eran las mismas y viejas cantinelas de siempre.

Nuestras risas fueron pocas.

Demasiadas lagrimas.

Suyas. Me rompía el corazón oírla llorar . Aún ahora me duele recordarte así mi querida madre. Ojalá hubieras tenido una vida más cómoda y fácil. Dios quiso que yo te eligiera para nacer y nada me llena más de orgullo que parecerme a ti. Menos algunas cosas que aún estoy arreglando con el destino de mi vida.

Éste relato no trataba sobre ti.

Solo quería contar una aventura un poco irreal.

Del casi naufragio de tu hija en el puerto de Altea en 1982.

De la travesura de una travesía en un barco de 12 metros de madera capitaneado por un alemán de 18 años y si hermano de 13.

Pero antes de esas travesuras hubo una enorme y que te causo mucho dolor mama.

Y es por donde quiero empezar.

Estaba dándole vueltas a la idea de «fugarme de casa» asi lo decían en los informativos y empezaba una descripción.

Pues si. Pensaba.

Pues si, pues me escapo.

Ya vives muerta de miedo. Me decía.

Hable con un amigo. Había ido a escuchar música a su casa. Nos fumamos un porrito. Canuto. Peta. Porro de hachís al fin y al cabo.

Y le conté muy triste que no aguantaba …sin colegio desde los catorce años. Sin estudiar. Sin trabajo.

Tuve tres trabajos y cada cual peor.

El primero me acusaron de estar cogiendo mucha confianza con su marido. Me despidieron

El segundo, fue en la consulta de un psicólogo sexólogo. Me llamó al despacho para que tomase nota cuando le hacía terapia a una mujer encima de su mesa.

Ahí si que flipe en colores. No se lo conté a nadie. El viejo médico se abalanzó sobre mi para besarme en la boca. Tuve que ir a vomitar al baño. Me lavé la cara, la boca…¡¡que asco!!

Recuerdo que estuve un buen rato llamándome tonta. Otra vez sin trabajo.

El motivo era suficiente para decidir abandonarlo. Y así lo hice. No lo conté en casa. Nadie me inspiraba confianza para pensar que me iban a entender. No pensaba en defenderme. Solo pensé en ponerme a salvo.

Ahora era el momento de irme de mi casa y de este lugar tan deprimente.

Esa fue la tarde que hablando con mi amigo, decidí ir a Ibiza.

Era la Noche de Reyes. Sería un buen regalo. Llevaba tiempo esperando un milagro.

A las tres de la madrugada, aún sin conciliar el sueño, me deslicé hacía la puerta. En silencio. A oscuras.

Estuve toda la noche en mi habitación, preparándome para la gran hazaña. Salir de casa sin ser vista ni oida.

Salir de alli para siempre.

«Antes morir qué perder la vida».

Esa tarde preparé con unos amigos de Villaverde un encuentro de madrugada. Iban a recoger naranjas a Valencia. Me ayudarían a salir de Madrid. Desde Valencia yo iría a Ibiza. Era mi destino.

Abrí la puerta lo mas sigilosamente que pude. Antes, tuve que quitar el seguro ( ese artilugio que todos los vecinos tenían instalados para ver por una rendija quién estaba al otro lado de su puerta), lo moví sin golpearlo, sin hacer el más minimo ruido.

Luego abri y me encontré en la escalera. No encendí la luz, por si me veian por las ventanas del patio interior. Tenía todo el cuerpo temblando. Uno a uno, despacio para no hacer ruido, fui bajando los dos tramos de escalones. Llegué al portal.

Al salir a la calle, una nube de vaho se levanto ante mi cara. Se me empañaron las gafas. Estaba helando. En el suelo, el asfalto negro reflejaba timidamente las luces de las farolas de la calle. Silencio. Nada. Frío. Mi respiración era lo unico que oía. Me abracé a mi misma para ajustar la manta a mi cuerpo buscando calor.

Tenía que pasar por delante del Cuartel de la Guardía Civíl. Y ponerme alli mismo a hacer autostop. El primer coche que pasó iba a Madrid. Le dije que necesitaba quedarme en el Cruce de Villaverde. Por fin me relajé, lo mas dificil ya estaba hecho. Empecé a entrar en calor.

Durante el trayecto, recuerdo qué el conductor, habló conmigo. Fui muy directa, y le dije con orgullo. Me voy a Valencia a recoger naranjas con unos amigos, me están esperando en el cruce. Ah! y qué me habia escapado de casa. Creo que vio mi determinación y no me dió la charla.

Llegamos al Cruce. Me bajé y esperé.

No hay que olvidar qué no había moviles, era el año 1980.

Al momento llegó uno de mis amigos. Me explicó que el otro colega no había podido venir, dijo algo de la casa de su novia y que nosotros iríamos más tarde en bus. Hacía frío y dije

_¿A donde podemos ir?

-Vamos a la sala de espera del hospital de aqui, el 12 Octubre.

Cogimos un taxi, eran poca distancia,un par de Km. Llegamos enseguida.

Había calor. Vimos a algún celador que cruzaba por la sala, pero nadie nos preguntó nada. Nadie se fijó en nosotros.

No habia ni vigilantes, cómo hay ahora.

Sólo algunas personas somnolientas sentadas en unas incomodas sillas de plastico naranja. Algunas estaban dandose un sueñecito, se oia algún timido ronquido. Y máquinas de café.

Así que alli pasaríamos la noche.

_ le dije ; que gran idea y que buena solución, nunca se me hubiera ocurrido! agradeciéndole estar tomando un café con leche caliente.

Nos sentamos en un lado de la sala que no habia nadie. Allí me acurruqué y pasé la noche adormecida esperando la llegada del día.

Cuando pudimos coger un bus, salimos a la calle. Íbamos a Vallecas.

Yo no tenia ni idea de los barrios de Madrid. No conocía a nadíe de Madrid.

Llegamos por fin a la casa, había una chica muy simpática . Me preguntó mis planes. Me gustó su atención. Le conté todo lo que tenía en mi cabeza para llegar a Ibiza. Le hablé de mi amigo Javi «el Ramoncín» y su amigo intimo «el pelos» del orfanato de la RENFE. Hacia mucho que no se veian, pero me dió su dirección con la seguridad de que me ayudaria a llegar a Ibiza desde Valencia.

Fue de Javi la idea de Ibiza, antes de escaparme le conté mi idea, y que me iba a Valencia, a trabajar en la naranja.

Me dijo: – vete a Ibiza mejor. Es una isla muy hyppie, y seguro que podrás encontrar algo para trabajar. Además en primavera ya empieza la temporada de turismo.

-Y no llevas mochila? dijo mirando mis bolsas de plastico.

Desapareció un instante y volvió con una bolsa grande con dos asas enormes de color azul. Era el macuto perfecto y las asas eran tan grandes que las podía usar como si fuese una mochila. Lo guardé todo, ordenadamente. Fue un Regalazo. También desayunamos. Al rato me dí cuenta qué mis amigos hablaban entre ellos. Me acerqué a preguntarles.

-¿qué pasa?

-nada. nada. Que éste no quiere irse ya, porque quiere esperar a nosequé… ( ahi deje de escuchar) eran excusas. Todas las que quieran.

Pero yo no quería quedarme por Madrid, expuesta a que me denunciase mis padres y me parase la policia y vuelta a la carcel familiar. Cuanto antes me marchara a Valencia mejor.

Se lo expliqué.

Se portaron muy bien. Me dieron dinero para coger un taxi hasta la carretera de Valencia para hacer dedo. No tenia ni idea de dónde estabamos ni donde estaba la carretera de Valencia.

Asi que nos despedimos, yo no podía esperar a que llegara el otro amigo, no era nada seguro lo que me decian.

Me fui agradeciendoles todo lo que habían hecho por mi. Y sobre todo la bolsa, que comodidad. Y por supuesto el dinero para el taxi.

Cuando estaba en la carretera de Valencia, recuerdo que habia mucho tráfico de camiones de basura. Puse mi dedo en posicion de autostop mirando a los coches que pasaban. El primero que paró era un coche con el asiento trasero lleno de octavillas de publicidad del Circo Cristo Rey, había octavillas en todo el coche, retiro las del asiento del cpiloto y me dijo que iba a Valencia. Era un hombre amable, yo una niña borde, que no lo aparenta.

Fueron muchas horas dentro del coche, no podía parar, tenia que llegar urgente al Circo de Valencia con esa publicidad.

Mejor, pensé. Que no se le ocurra insinuarse, es un viejo.

Autor: inespurimerce

Me gusta escribir desde el momento que aprendí a hacerlo. Eso de ponerme delante de una hoja en blanco me parece una oportunidad de viajar por mi imaginación. Al principio eran sólo versos y prosas. Hace poco tiempo me atreví con un relato corto que ahora reviso y rescribo "Ibiza". Basado en mi propia experiencia, ocurrió durante los años 80. Después me he descubierto escribiendo un relato erótico, que quiero pulir antes de compartir con todos vosotr@s.

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